Mi experiencia eurovisiva

Mejor obviemos que soy un desastre que se olvida del blog durante meses y nos centremos en lo importante: mi experiencia eurovisiva.

La verdad es que yo nunca he sido una eurofan enorme, a veces quedamos para ver la final pero sobre todo es por las coñas y los memes, y no por un seguimiento enorme de la selección y los finalistas. Es más por las risas, por la emoción, y por un interés por la música que no es ni mucho menos lo que más me emociona del festival. Cuando el año pasado ganó Salvador Sobral eurovisión, mis amigas y yo dijimos que podríamos mirar las entradas para Portugal. Pero luego no hicimos nada y cuando mi padrino dijo que iba, yo comenté que estaba interesada. Y ahí sí comenzó esta aventura.

El 31 de Diciembre, mi cumpleaños, mi padrino me descubre la sorpresa mientras me acerca a casa tras pasar un rato con ellos. Han alquilado el piso ya, que tiene cancelación, pero que aún no han salido las entradas. Solo una parte y no de grada, que son las que nos interesan porque vamos con una niña de 9 años que no aguanta ese espectáculo de pie ni loca. Casi no lo aguantaría ni yo.

Viejoven, dirán algunos.

La cosa es que el viaje en coche no bastó para explicarme todo lo que era la odisea de pillar entradas para eurovisión. Porque si normalmente es dificil conseguir entradas cuando todo un país está interesado en un concierto, imaginaos cuando toda Europa (y parte del extranjero) están interesados en un concierto.

Para evitar la sobresaturación de siempre, blueticket decidió que la cola virtual sería aleatoria. Sí, como escucháis. No era actualizar en el segundo 0, sino estar en la cola antes de las 11 de la mañana (las 10 de Portugal) y recibirías un puesto en la cola al azar entre todos los que estábais. Además la cosa iba por navegador, ni por ip ni nada, así que 3 navegadores en un mismo PC te daban un orden de cola distinto. Y ahí se desató el caos.

El truco estaba en tirar de amigos y pedirles que por favor perdieran 15 minutos de su vida en mandarnos un email con el número de cola más bajo y rezar para poder conseguir alguna entrada. He perdido un poco la cuenta de la cantidad de ordenadores y tablets que conseguí en casa, más familia y amigos distribuidos por todo el mundo. Y quiero recordar en especial a Mer, que 10 minutos antes me escribió un mensaje diciendo que si en clase podía tener la web abierta lo hacía y así me consiguió el número 1229.

Tras pasarle el número de cola directamente a mis primos, estos esperaron 5 minutos...

Y ya no había entradas.

Pero sí para la final del jurado.

Lo increíble es que al mismo tiempo, las páginas de reventa tuvieran entradas para la final, a cuatro o cinco veces el precio de blueticket. Lo increíble es todo el negocio que hay en torno a esto y lo dificil que es quitarle la ilusión a la gente, la rabia que te da. Hubo mucho disgusto en redes sociales con el sistema de cola, pero creo que todos los que han ido a conciertos alguna vez han sentido esa impotencia, solo que ahora masificada a nivel europeo.

Estuve un buen rato asimilando si sentía o no felicidad al respecto de la final, hasta que me convencí de que era lo mismo, pero con la posibilidad de ver los memes en casa. Cuando lo hice fue todo mucho mejor. Las canciones de eurovisión tenían una nueva luz, y hasta me apetecía escuchar a Amaia y Alfred.
{x}

Fast-forward al 4 de Mayo, cuando comienza mi viaje. Bajé a Madrid para la comunión de mi ahijada, otra de las invitadas al viaje, y la duda sobre la maleta empezó a asaltar. Iba a pasarme 9 días fuera de casa, pero por en medio tenía que estar en Madrid, ir a una comunión e ir a Eurovisión. Si os soy sincera no tengo muy claro cómo logré meterlo todo en la maleta y no olvidarme nada, pero al final la comunión tuvo lugar y mi ahijada estaba radiante (este dato es super importante a nivel eurovisivio, por supuesto, y es super objetivo todo).

Me voy a ahorrar hablaros mucho más de Madrid aparte de que cada vez tenía más nervios, que acaricié muchos gatos y comenzó mi temporada de picnics. En realidad Madrid fue perfecto para deconcetar y cargar pilas y creedme que iban a hacer falta. Porque las 4 horas entre Madrid y Santander no son nada comparadas con las 6 entre Madrid y Lisboa. Sobre todo si vas con una niña de 9 años.

Lo mejor del viaje, sin duda, la pequeña parada para ver pavos reales. Que no fue una parada para ver pavos reales per se. Simplemente estaban en la estación de servicio y teníamos que repostar. Pero a ver, que no me quejo.



Para cuando llegamos a Lisboa estaba agotada, de verdad, y eso que el día acababa de comenzar. O tal vez no tanto, ya que llegamos a las 6 de la tarde. Llegamos bastante bien al apartamento en Amadora y nada más llegar me colé en la ducha mientras el host del piso le seguía explicando a mi padrino qué había que hacer para llegar al festival. Íbamos con el tiempo justo y teníamos que apurar cada momento, así que nada de decoro. Yo paseando con una toalla mientras el señor este seguía ahí. Menudo panorama.

Tras arreglarnos salimos hacia el tren, que nos pillaba a 5 minutos del piso, y cuando llegamos nos encontramos con dos problemas: no teníamos muy claro qué andén coger. Tras hablar con una chica joven que nos vio muy perdidos logramos encontrar la vía que nos llevaría al centro de Lisboa. Pasamos la tarjetita en la que habíamos cargado los billetes, mi ahijada pasa...

y como cada tarjeta es para una persona, el resto nos quedamos al otro lado de la vía.

La pobre se volvió loca mientras intentábamos hablar con un encargado que no nos solucionó nada y nos hizo comprar más billetes para poder pasar. Pero al final estábamos con ella, en hora y en el tren para 20 minutos de trayecto antes de llegar al Altice Arena.

Llegar y bajar del tren fue lo más fácil, porque enseguida nos encontramos con más eurofanes con banderas, o incluso algunos hablando español, y solo tuvimos que seguirles con el consuelo de que, si nos perdíamos, no lo haríamos solos. Cuando estuvimos frente al Altice Arena fue cuando ya me sentí como si de verdad estuviera ahí, como si antes no lo hubiera asimilado. Casi parecía que no había salido de España, en realidad, pues la zona estaba colonizada por los españoles que, aprovechando la cercanía, habíamos decidido presentarnos allí, no sé si por verdadero apoyo por los cantantes o por saber que era una oportunidad excepcional.

Todavía recuerdo el olor a palomitas mientras entrábamos al estadio, y aunque pensé que tendría sed no me atreví a acercarme a los puestos de bebidas porque todo estaba petado (y parecía caro). Así que opté por aguantar estoicamente en el asiento, haciendo poco uso del móvil para reservarlo para el espectáculo e incluso quitando los datos.

Sobre el show del jurado, deciros que es exactamente igual a la final. El mismo ambiente, las mismas entrevistas y las mismas actuaciones. Lo único que no vas a tener son las votaciones, que son un mero ensayo, por lo cual puedes volverte antes a casa. ¡Es perfecto! Puede que no puedas celebrar quién es el ganador, pero tienes la misma emoción, las canciones son igual de auténticas y el escenario se derrumba igual con las favoritas. Incluso fue impresionante ver las gradas envolverse en luces cuando sonaba tu canción, y todo el público coreaba la canción.


No veáis lo loca que me he vuelto para hacer este gif...

Desde luego el viaje de eurovisión fue una de las mejores cosas que me han pasado este mes, entre el show y el viaje en sí. Me gustaría hablaros un poco más del viaje, pero me he dado cuenta que esta entrada se ha quedado un poco larga, así que tal vez pronto os hable de mi día express por Lisboa, lo que mereció la pena y lo que no.

¿Vosotros sois eurofanes? ¿habéis ido a algún concierto de eurovisión o pensáis ir?

1 comentario :

  1. ¡¡Holaaa!! Madre mía, ¡dezao odisea! Pero me alegra que al final resultara ser una muy buena experiencia y jo, recuerdo con mucho cariño mi único viaje a Portugal (hasta la fecha), así que sí, yo estaré encantada de leer tu aventura por Lisboa ^^ En cuanto al gif, ¡muy bueno!
    Un abrazo y muchas gracias por compartir tu experiencia :3

    ResponderEliminar